El Dr. Edward Bach nació en 1886 en Moseley, en las afueras de Birmingham. Empezó sus estudios de medicina en 1906 en la Birmingham University, trasladándose más tarde a la University College de Londres donde completó sus estudios en 1912.
Su falta de salud, le impidió ir a luchar en la Primera Guerra Mundial, pero de todas maneras participo, al encargarse de muchos otros trabajos, como ayudar a los heridos.
Esta responsabilidad, a parte del intenso trabajo que mantenía con sus investigaciones, le llevaron a sufrir una recaída por agotamiento en 1917 por lo que tuvo que ser operado de urgencia. En esa ocasión sólo le dieron 3 meses de vida. Después de recibir esa noticia, el Dr. Bach continúa sus investigaciones con mucho ánimo, impulsado por el deseo de dejar una última contribución a la medicina.
Con el paso de los meses se iba sintiendo cada vez más fuerte y llegó a la conclusión de que se debía a que su trabajo le hacía feliz.
Para Bach, la creencia de que el estado mental podía tener un efecto directo y muy poderoso sobre la salud física se confirmó con la experiencia.
Cuando estudió los escritos de Hahnemann sobre homeopatía, se dió cuenta de que al fin estaba en el camino correcto hacia el tipo de tratamiento natural que buscaba. A partir de ese momento decide abandonar su consulta de la calle Harley de Londres, consagrando su vida al nuevo sistema de medicina. Empezó a tratar a sus pacientes como individuos en vez de tratar los síntomas.
En abril de 1934, se traslada al pueblo de Sotwell en donde alquiló una casa de campo, sencilla de dos pisos llamada Mount Vernon. Durante los siguientes años se dedicó a trabajar intensamente en la búsqueda de sus plantas recorriendo la campiña inglesa y llevándolas a Mount Vernon acompañado siempre por su fiel seguidora, Nora Weeks.
El Dr. Bach muere en 1936 mientras dormía. La chispa que lo mantuvo vivo, su trabajo constante y dedicado no quedaba inconcluso, ya que el sólo descanso cuando hubo terminado su tarea, sus sistema floral de 38 esencias.
El Dr. Bach practicó la medicina alopática como bacteriólogo e inmunólogo, posteriormente se convirtió en homeópata, abandonando finalmente este tipo de medicina para crear un nuevo sistema de curación a través de flores silvestres.
Tenía una concepción holística del hombre y entendió que el desequilibrio emocional constituía el primer momento de la enfermedad física y que si se dirigían los esfuerzos terapéuticos a equilibrar emocionalmente al paciente, se lograba la curación de la enfermedad.